sábado, 29 de noviembre de 2008

OTRA VEZ SOPA

Argentina perdió la final de la Davis con España y, como ocurrió a lo largo de la historia de nuestro tenis, las peleas internas dentro del grupo fueron un factor muy importante a la hora de enfrentar la serie decisiva. Nalbandian, líder absoluto del equipo, hizo lo que quiso dentro y fuera de la cancha y Del Potro se bajó en el momento más importante del fin de semana. ¿Hasta cuando este tipo de conflictos personales dentro del grupo van a seguir jugando en contra de los intereses de miles de argentinos?

La tercera es la vencida. Así lo dice el dicho popular. Pero, como tantas otras veces, los dichos no son más que dichos y la realidad es totalmente distinta. Argentina, por tercera vez en su historia, perdió la final de la Davis pero esta no fue una derrota más. Fue la primera vez que se perdió en casa y, teniendo en cuenta como se venían dando las cosas en la previa, fue la chance más clara que tuvo Argentina para levantar la tan preciada ensaladera. Pero, consumada la derrota y luego de escuchar un montón de barbaridades por parte de la prensa “amarilla”, sólo queda espacio para analizar, criticar –constructivamente- e indagar los motivos por los cuales se perdió la serie con España.
Problemas internos entre los integrantes del equipo nacional, siempre hubo y los habrá. Cabe recordar que la primera vez que Argentina pudo quedarse con la Copa más importante del tenis mundial fue en 1981 (hace 27 años), cuando Vilas y Clerc perdieron en Estados Unidos con el local. En aquella época, como cuentan los protagonistas principales de los hechos, los representantes argentinos eran Top Ten del ranking ATP pero, dentro y fuera de la cancha, no se dirigían la palabra por cuestiones de “ego”. Y, lamentablemente para todos los argentinos que disfrutan del deporte de la raqueta, la nueva generación no es la excepción a la regla. Sabido es que la relación entre Nalbandian y los demás integrantes del equipo no es buena ni mucho menos. David es el líder absoluto del grupo pero como todo líder se tomó demasiadas atribuciones. Siempre hizo lo que quiso dentro y fuera de la cancha y se dio el gusto de no asistir a las distintas conferencias de prensa cada vez que perdía un partido. Como se dice en el fútbol, lo que se llama un “líder negativo”.
Pero, hay que dejar bien en claro una cosa: la Davis se perdió en la cancha. Los problemas existieron e influyeron en la cabeza de cada uno de los nuestros pero la mala relación entre ellos no fue el factor principal a la hora de definir la serie. Ah, no hay que olvidarse de una cosa: el tenis es un deporte muy individual y, de los cinco puntos que se disputan en una serie como esta, cuatro se juegan de manera individual. Pequeño detalle. La idea original es representar una nación pero, a la hora de la verdad, los nuestros juegan por su gloria personal.
Dentro de una serie muy pareja (Argentina nos guste o no era más candidato que nunca teniendo en cuenta la ausencia de Nadal y mal presente por el que atraviesa Ferrer), España pegó en los momentos justos y se llevó el trofeo más deseado sin ningún tipo de pretextos. Feliciano López y Fernando Verdazco, jugadores de segundo nivel mundial, jugaron el mejor tenis de su vida y dejaron el alma en cada pelota para levantar la ensaladera por tercera vez en la historia del país europeo. Jugaron la serie como una verdadera final y, lo más importante de todo, unieron sus fuerzas en representación de la “Madre Patria” y en busca de un objetivo claro: dejar bien en alto el nombre de su país, dejando de lado los objetivos personales de cada uno.
Finalizada la era Mancini (logró llegar dos veces a la final de la Davis) y consumada la derrota con España, ahora llega el momento de la sucesión y son varios los nombres para el puesto de Capitán, entre ellos, Martín Jaite, principal candidato a quedarse con el cargo vacante. Fuera quien fuera el próximo Capitán nacional, el primer punto a mejorar deberá ser la relación entre los distintos tenistas y crear una ambiente de lleno de armonía para poder llegar a levantar algún día la ensaladera. Las peleas internas deberán, por lo menos, disminuir en cuanto a intensidad se refiere y los egos deberán quedar de lado a la hora de jugar en representación de la celeste y blanca. El tenis es un deporte individual pero, para ganar la Davis, no alcanza solo con un par de Top Ten. Hay que tener un poquito de amor por la el país que se defiende y dejar en un segundo plano los intereses individuales durante tres días. La expectativa generada fue demasiado grande para lo poco que demostraron los nuestros, paradójicamente, en un Polideportivo llamado Islas Malvinas.

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